En el transcurso de la semana pasada, el Tribunal de Gran Instancia de Lyon, Francia, condenó a Monsanto, empresa estadounidense de biotecnología, a indemnizar a un agricultor francés por intoxicación. En 2004, inhaló uno de sus productos, Lasso, que no estaba debidamente etiquetado, y que imposibilitó al agricultor para seguir trabajando.
Esto es muy importante por diversas razones. En primer lugar, es una sentencia histórica en Francia debido a que, de los cientos de casos presentados ante tribunales de responsabilidad de empresas fabricadoras de productos agrícolas, menos de la mitad terminan dictando sentencia en contra de las empresas.
A pesar de esto, hay un gran problema. Hay poca credibilidad, no sólo en las empresas biotecnológicas, sino en la ciencia en sí, ahora quienes están en contra, tendrán un nuevo argumento a su favor. Con ello, podrían incluso retrasar el desarrollo y crecimiento de esta disciplina.
Creo que más que estar en contra de la biotecnología, la gente está molesta por cómo es utilizada por grandes trasnacionales, como Monsanto. Desde mi punto de vista, el verdadero peligro que hay es el desconocimiento y el poco interés de las personas por informarse.
De biotecnología no se nada, pero por lo que he escuchado, el maíz transgénico de monsanto afecta a las demás especies de maíz que hay en la región. Eso afectaría la soberanía alimentaria del país.
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